Sin embargo, tanto Trotski como otros líderes comunistas como Svérdlov, Zinóviev (Radomislski) o Kámenev (Rosenfeld). no eran precisamente personas religiosas, sino enemigos declarados del judaísmo (y de la religión en general).
Al inicio de la revolución de Febrero de 1917 había bastantes judíos en el centro de Rusia, a diferencia de la época anterior a la Primera Guerra Mundial. A raíz de la revolución, la Zona de Residencia (la región fronteriza occidental del Imperio Ruso, en la que el asentamiento de judíos estaba permitido) y otras restricciones para los hebreos quedaron definitivamente anuladas por un decreto del Gobierno provisional ruso, y muchos de ellos se dirigieron a Moscú, San Petersburgo y otras grandes ciudades del país. A esto se sumó la evacuación masiva (se calcula que de unas 600.000 personas) desde Polonia y Bielorrusia Occidental en 1915 tras la retirada del Ejército ruso.